jueves, 14 de mayo de 2009

I

…y yo en las aguas del baño rumiando sales de otoño…
…y la música vino de la mano de tu voz…
…y una pregunta desnuda.

¿Dónde se anida tu cuerpo de arena que dibuja la espuma del mar?
Siento el rugido del viento que gime tan cerca,
que riega llovida de luz la vereda del sueño.
Huelo el susurro de la caspa desganada.

Negando la sabiduría del espejo en tiempo real y sordo,
se ha figurado levantando vuelo una vez más
sin razón animal del ardor pasional,
jugando al amor bestial,
Ha aparecido trayéndolo todo a casa otra vez,
hoy se dignó a aparecer,
y él vino,
y para reventar al invierno siempre están a mano los besos,
con el sol está bien el calor
total para qué…
La luna se abre en carcajadas perdidas
acariciando la calle y tu espalada.

Imagino las vueltas de los pasos sobrevolando el cordón,
curiosos de ser escuchados a la espera de desesperar
y agonizan los pedidos de ayuda salpicando odio en secretos,
la calma anhela vuelos de armonía.
Sin saberlo tus manos tienen la soledad,
la resaca interna ha violado al sol despierto.
Y el alba reposa en visiones de un beso de lluvia.


II

La voz de la ciudad responde en labios furiosos que gritan y escupen la pared, el aire huele extraño, la siesta despierta, el amor enloqueció sin pensar. Bajo el sol, las calles no dicen más que el azar, ya nadie espera los besos de humedad espesos que siempre sentencian una muerte lenta.

¿Qué fue de los manteles de armonía?

La mañana sirve un te y espera mientras llueve desde el río. Sobre todo los días en los que el alma nos enciende, y el agua que rebota queda suspendida en avatares de gloria. Corazón, máquina de amor, acelerada manifestación de la fuerza centrífuga.
De revés como un mártir, un recuerdo que no se va y ya piensa en no volver, y mucho menos en perderse sin primero encontrar la estela de los ángeles de otoño.
Nunca supiste que nos fuimos, jamás preguntaste por qué.

Recuerdos de algodón cooptan la esencia del centro de atención y como alternativa vierten la sensualidad de sentir en la boca, el gusto de la muerte, y ya no quiero verte llorar. Abierta la puerta, la luna escaló en la cama, la habitación ya estaba ciega y sorda. Qué decir del corazón de la ciudad que sopla y recorre los muros de ayer… y es que hoy ya hay siluetas que cruzan la niebla y soplan fuerte, el libro del amor se quiebra para desnudar la voz y desvestir la lluvia.


III

Es el paraíso del espejo, sin buscar de más,
solo la sensación del desafío en el circo "La Vie".
-"No más ideas en el vientre de la flor. En el agua reposa la insistencia, y la fuerza del día tiembla"- dice para entrar en calor.

La sensación de ser parte de una canción, a la deriva del viento, envolviendo las piedras de lo natural entre las piernas, se anidan los versos del mar y brotan las bocas que mueren de sed, buscan la voz, la vendimia, el culto profano a desplegar el sueño.

-"Juegan a las escondidas en el fin y a mí me sangran las manos. Rehúso mi voz…"-parafrasea el sol y no hay explicación alguna.
Rota la ilusión en el jardín, pregunto:
¿Dónde están las flores?

-"…y para vos la ciudad"- me dijo.
Retazos del consuelo primal.
-"Es que con vos en el aire no es tiempo aún de azul o de verde, quizás debamos probar el rojo, y para eso nada mejor que empezar por la tierra…"- murmuró deslizándose frente a mí en la red del ensueño. -"…el desvelo se abrió en tu espalda"- me dijo para terminar, y cerró la puerta.


IV

Estoy llegando y ahora ya no sé para qué llegué hasta aquí, a decir verdad en los buenos tiempos sacudía mi espalda y afloraban así las alas de ángel, la voz del ensueño como un candil en la vigilia para decirme cómo seguir. Hoy, hoy tal como ayer la luna es tan grande y la pregunta latente siempre remite al color. En verdad no sé cuántos colores he de tergiversar para atravesar el mar. Puedo decirte sí, que pude escribir debajo de la pollera del viento y también despertar su piel del vacío sagrado. Es tan extraño sentir el silencio enredado en los pies, suelto una carcajada entre los ojos y la arena, en el panal de las películas es la sangre la que germina flores cuando escucho a los cuerpos sin fe por sobre la suma de los ruidos que dan vueltas, algunos moldeados por fotos de irrealidad que suscitan lágrimas, y al intentar tragarlas se embriagan con licores de recuerdos destilados, puestos a prueba en melodías destinadas al viento.






V

-Absuelvo tu espalda en labios de amanecer- dijo una noche la luna desde el puerto de las estrellas, y yo solo suspiro el alivio de la sentencia. Desde aquí las fotos son inmortales, en lazos de amor, en la brisa del alba, y aún así, he quebrado para mí algo más que tu olor, y el sabor de las sábanas del cielo en vuelos de habitación, la mañana susurrando el por qué de la madrugada mutilada por el sol espía que desgarró el pudor de tu cuerpo a oscuras del otro lado de la ventana. Con la corriente se dispersan los rastros del horror, se van con el agua del río que despierta cauces de tu cuerpo al viento. Mariposa risueña, he quebrado mis nacimientos en la avenida donde más de una vez algunos idiotas han sentenciado sus pasos en nombre de dios, he quebrado temblores y llantos para amarrar tu voz, tu luz, tu ardor, tu olor, tu candor, tus miedos, y el terror del dolor en tu cuerpo por un sentimiento ajeno, he quebrado estallidos de cansancio y besos que no hablar para no dar paso al adiós, he quebrado y quebraré conmigo la ceremonia y el cambio que el amor forjó en mi sangre, el palacio de la libertad, los libros leídos por tus ojos profundos, tu cuerpo desnudo siempre, siempre de pie, aún de rodillas, aún acostada, aún a mis pies siempre tu piel, siempre tu cuerpo, siempre de pie y tu voz y tus palabras y tus vestidos, he quebrado todo el calor y todos los latidos, y todas las miradas y todos los vacíos, y todos los cuidados, y el desvelo, y la distracción, nunca con rencor ni sometimiento, solo con perfección quizás también con sutilezas del dolor, del dolor carnal, de dolor animal, del dolor de amar…


VI

Arden todos los relojes de la ciudad, arden para no caer en la agonía sin tiempo.
Las agujas pierden el filo y la tenacidad para marcar el tiempo y se doblan expuestas,
desalineadas por el paisaje de rayos y sones, bailan imprecisas, desentendidas, inertes ya no sirven siquiera para verlas suaves sobre la piel… Lila bajó de su caja de cristal y desnuda en una calle sin tiempo, perdida y sin rumbo se dio a la mar. Hordas insanas corrían estáticas hacia ninguna parte, mares de sacos de piel y huesos, relojes muertos sin tiempo, todos perdidos en la ciudad, desesperados por probar su miel. Todos salieron a buscarla, todos a buscar el mar. Es tiempo de brillar, amor, yo vi en un hálito de tu mirar el auge, el nacimiento del sol y entre los brillos del ensueño desvelamos la profundidad de la muerte. Regular, irregular, palabras de más para una frecuencia que supo ser la voz y es ahora simplemente un valle casto, sumido en el desencuentro en la vigilia sin tiempo.


VIII

Hoy desperté en reflejos.
El beso del amanecer fue lento
y lo sentí como una daga en la sien,
no quiero ya que nadie quiera quemar la luna,
un pétalo sustrajo mi voz.
La mañana,
sensación de acantilado a punto de caer
sobre el mar el agua traza brisas
y me enlaza antes de caer al vacío.
Hoy desperté boca abajo
y sobre mi espalda sentí la frescura de las flores amarillas.

IX

El sueño atravesó la ventana de madrugada
y en la oscuridad sombría cayó sobre mí y estalló.
Tiembla aún la estela de sed.
En pasos soñados,
los señuelos de lluvia se abren.


X

Supongo que en el camino a casa has pensado al menos qué es lo que estoy haciendo yo ahora. En este mismo momento las flores que ruedan y giran sin paz cantan mis miedos, y vos, si vos… ¿Dónde estás? ¿A dónde te fuiste? Quiero verte arañar la arena de los soles rojos, sueños de invierno para mirar… Desperté en el cielo de un salto, lejos muy lejos del jardín del sol. Yo deslumbré a la sangre con la leyenda del viento. La memoria perdió el control y tuve que arrastrarme antes de prenderme fuego. Para decirte la verdad,
creo que estamos sumidos en una marcha entre las sombras, quiero saber qué fue del espejo de las palabras… No es tan grave. Tras la lluvia yo pude ver una silueta inyectarse amor para justificar un beso, no sería extraño desvanecer el encanto para esconder el amor. El valle perfumado enloqueció, dejó caer el telón del sueño y yo no pude atraparlo con mis manos, no. Quiero tu miel chorreando entre mis dedos, quiero tragar la sangre del cielo y sentir en mi cuerpo la inundación. No voy a darme vuelta, yo no tengo dudas, ya no soy de sal… Al menos quiero decir que no perdí la fe, los años crispan la piel y adentro del sol, detrás del muro las gotas giran hacia aquí.


XI

Bebo del corazón la sal que me engalana
y el viento juega sin miedo,
desnudo, muestra su cuero a la luna
que hambrienta
piensa en detener el tiempo para volver a vivir a la tierra
y bañarse en el mar sin necesidad de pisar el suelo.



XII

Y sin dormirme bajé
bajé del sol, bajé a la mar
y bajé la voz.
Sabrás amor que por encima de la lluvia
el silencio es tan intenso que nunca escucho mi voz.
¿Quién traerá la sal?





XIII

Una mariposa sobrevoló la cama.
Vestía pétalos de dios
y besos con miel que robó de la luna.
Sobre mí se fue
y abrió recuerdos de tu voz
y con sus alas escribió en el viento.
Siento el agua regando mis pies anudados al paisaje
mientras el lodo se destierra del tiempo.


XIV

-No quiero lágrimas conjugadas- recitó una voz hermana…
por su nombre, las palabras y las cosas,
por su nombre la verdad y el cielo.
¿Qué ha pasado con el cielo?
y viene el recuerdo de la plaza con tus manos de pie
tomando forma a mí alrededor
¿Qué pasó con el pasado?
¿Quién no se enamoró de una pregunta alguna vez?


XV

Ya no quiero poemas de miel
quiero versos que me corten la cara
que me despierten del sueño del viento.
¿Acaso ya no hay motivos para salir a correr en busca del alba?


XVI

De aquí se desprenden muchas sombras que vigilan todo movimiento por donde este cuerpo se abra. La sensación de que están todos esperando que yo me suba a otra luz para fundar una nueva flor, esperando que me muera, libre, descalzo, disperso, sonriente para que después el quizás, el tal vez, no me corte la cara, sino simplemente me golpee sin llevar a lastimarme. Todo lo que hago es escribir, escribir, escribir, escribir por mí, para mí en el aire, desde el aire, y estoy acá, sin conciliar el sueño, y no quiero huidas, no quiero escapes, y no quiero más pasado. Llantos de lluvias hermanas que disecan visiones conjuntas, yo solo respiro y hace frío acá, cuatro paredes, Buenos Aires, ya no es lo mismo estar adentro buscando el sol, yo digo que hay algo que no está bien, no sé si acaso está mal, algo habría que hacer al respecto… ¿El sueño de la muerte en dosis pausadas o el erotismo heroico de romperse la cara? Si es por mí, me gusta la sangre…






XVII

Se agita el mar, las olas rompen el barco,
no hay acuerdo, no hay diálogo,
solo un largo desfile de ideas anacrónicas e inconexas que caminan,
caminan sin caminar, marchan,
quieren ver qué hay más allá,
quieren ver quién está detrás.
Despierto el sueño el umbral se dio a conocer con el último suspiro de gloria,
como una silueta de lo imaginario.


XVIII

A orillas del río de la desolación
la ventana está esperando la lluvia
anhela vidrios empañados,
cuartos destemplados.
¿Qué pasó con la inocencia?
La luna se durmió planeando la huída sin mirar atrás,
tan alta la ciudad, tan alta
y siempre te veo volver con un poema en la frente.
A orillas del río de los desolados
esperando la costumbre de mirarse a los ojos directamente
desnudos los dos.
¿Cuánto se cotiza un racimo de verdades?
Escucho un cajón levantar una copa emborrachándose
nadando en su fuente de cristal
y siempre te veo volver con un poema escrito en la frente.


XIX

No hay carnes ni piel
ni mucho menos ceremonia,
algo llegó a destiempo
y todo el plano pasó a segundo lugar.
Rocíos de primavera
figurando dioses de barro carnal…
Después, ¿qué mas?
El oro ya no brilla…
Se fue con el viento la mentira
la verdad navega ciega en el cielo
buscando un puerto.
Debo a la calle anhelos y agonía
y se van los jinetes tras el sol
bebo de tus manos la piel
y se van desde adentro del barro carnal
las flores saludan buscando un puerto.


XX

Dejamos de cantar,
perdimos los hilos en la tormenta
la risa sacudió el cielo,
en la tempestad
cayeron los colores del baile en el cielo.
Dejamos de cantar
sin ver la luna amarilla
te llevo en las palabras en la voz
presente agitado en el campo,
la flor ardiente seduce al sueño
sin lágrimas hasta salir al sol,
se va,
Todo cayó en la boca del tiempo,
anhelos de soledad, ya sin sombras
y nosotros dejamos de cantar…


XXI

Hay cuerdas, escenas que nunca escuché,
la noche vestida con besos de rouge
admite que no hay tiempo para el inconsciente...
Velano 3:5 - 09

La piel temblaba bajo el cielo del mar,
su luz vuela,
retazos,
la dulce melodía mata la oscuridad,
lágrimas frescas rozando el encanto.
¿Por qué duermes donde está tu sangre?

Oí en la calle que árboles de nuestra vendimia vuelan con las flores del mar, las sonrisas que caen, se hicieron lágrimas una vez en tormentas de armonía, y hoy, un instante azul donde preguntar, ¿quién ha borrado tus cuerpos de luz? poesía del sol, destroza por mí el vacío de las gotas que alguna vez entre nuestra vendimia especial dejaron al aire…

Tanto dejás escuchar
que encima dirán que vi esas flores del mar,
que vuelan
que salpican luz…
Hubo en el aire un encanto errante,
en el tiempo espero que se empapen,
que se dejen tocar entre dedos de enero.






XXII

La rabia el dolor en blanco
y la miel,
la piel en un cuaderno
un barco a la luz de la vela;
Los retazos me tocan desde el alma
desorden ritual a la deriva
alumbra la mañana un racimo de luz
y despierta vas tras la puerta.
/Abierta la llave,
la estación ya se esconde/
/ardiendo en llamas,
yo aterrizo en tu espalda desnuda/
de pie, siempre de pie
y ya me tocan los retazos del alma.
La piel el blanco en un cuaderno
y el dolor, la rabia y la miel,
un barco a la luz de la vela.


XXIII

Las nubes sobrevuelan el bosque,
aún no es demasiada la sed
planea el tiempo,
abre sus alas, las pliega
el frío no es intenso todavía.
El viento remueve de la escena al calor,
alegre estira sus manos el sauce
despierto respira ya sin sol,
y contra su voluntad no puede dormirse
murmura un deseo, una oración
no siente la humanidad del color,
es que hay demasiados muros que apestan la ciudad.
y el frío está seco aún.
Del eco de las voces tristes, corazón
siento el rocío de las nubes fundadas con sangre.
Espigas en medio de la ciudad
propagan curas contra el desvelo,
regalan vientos sin paz
atrapando los últimos destellos del día.
La entrada abre sus alas de pie,
planea el tiempo demencial
el llanto y la miel, el polvo crucial
todavía no es demasiada la sed,
pero la lluvia debe estar cerca.




XIV

Cruzando un sueño en un segundo
el tiempo de hoy un racimo y la miel alrededor.
El mundo de pie y las flores del alba,
la carne a tus pies alumbra
perfuma la bruma y no habla
el dolor destila nostalgia.
Un señuelo para bailar y no perder jamás la calma
no habrá rojos que desliñan la lluvia,
la esperanza nadie sabe cuándo llega,
sombras y mapas.
El cielo trepa escalas de amores mayores
y basta solo un segundo para borrar el sueño.


XV

Y mil noches después
buscando la escalera del mar despertaron de la nieve.
Y Buenos Aires tal como ayer
siempre al desnudo del espectador
quiso verlos morir y renacer.
Despacio fue la consigna y de noche.
El desafío: Mirar otra vez los mismos labios…
Entre las manos,
la miel y los años se dejaron ver,
Ya sobre el tiempo no hubo silencio
no hubo colores
solo hambre de ayer,
y frío, mucho, mucho frío.
Enfermos heridos y enamorados
En la profundidad de los ojos y el sueño los dos perdieron la fe.


XVI

Y es la luz como un puente,
la promesa en el cielo deslizándose
tan fuerte bajaba y se olvidó de volver,
la sed en la mano.
Otra vez sobre mí espera,
tan eterno el invierno
y el verano no regó las sombras,
la tentación de verte amanecer
tan eterno el sol,
la sensación de ver amanecer
y sé muy bien que la lluvia derrama luz.
En la cama dos sombras se retuercen
y a los pies de la miel se enfría una taza de te.

XVII

En candiles verdosos de amor te vi caminar descalza,
corrías siempre antes del silencio.
Al final el bosque filmó una historia desde tu piel
y las sombras aún callan la luz.
De amar, de sangre,
desfila el sol encantado.
De noche, de espaldas,
el dolor encandiló tu senda.
Caminar para buscar el sueño de algodón
en algún rincón del suelo iluminando el sueño.
Un ángel sobrevuela en vos
y las sombras…
Las sombras anidan tu luz.


XVIII

En tiempos donde la sonrisa no hace daño,
no están a la altura,
la locura hoy en escena cruza la avenida
y a Los Pañuelos de Mayo los espía la impunidad asesina.
Argentina de noche y de mañana,
El amor me hace temblar y la voz se ríe otra vez.
Una llave del sueño y no puedo dormir
monumental develo sin memoria
y a las lágrimas
y al amor
y a la vida profanan faltando el respeto,
la necedad incompetente y sangrante hace daño
y afila los ojos ya sin agua,
entre fotos y el entretenimiento
ya no hay más páginas solo conciliar el silencio,
y declaran Ya Basta! ¿Total para qué?
Pero no saben que las aguas del río se despiertan en sueños
en canciones, en poemas, en cinemas en pulsiones
y develando el atentado moral y enfermo.
Hoy Argentina, jardín de sangre
recolecta la vendimia
hoy es jueves con los ojos bien abiertos
hoy es jueves como ayer y como siempre
hoy es jueves con los muertos sin justicia y hambrientos
hoy es jueves con los pañuelos blancos al viento
hoy es jueves, marchando para vivir el sueño despiertos.






XIX

Un grito hervido en la miel se funde par dar lugar a la luz primal, se siente en la voz el acecho de otras voces, una invitación a caerse y amanecer, rendidos al telón de esta obra que se enciende. En la velocidad de las sábanas han rodado un film con ruido de lluvia. Sentí el vacío desde mi piel, pero cerré los ojos. Correr se volvió intenso, mojado. Balbuceo la melodía de la lluvia, en llamas desperté en la luna. A los pies del sueño tengo recuerdos… Vibran los ojos, las miradas tiemblan, he escrito en el viento con mi piel y en este valle inmenso abrí a la mar mis cuadernos. Allá a lo lejos el cuerpo, los ojos sumidos en viento, y el libro de tus manos en el cajón se pregunta si hoy yo estoy despierto.


XXX

Dormida en la profundidad se entrega para ver.
Resplandeciente se arroja a dar vueltas por los sueños infinitos,
arenosa tempestad en la bahía del ensueño,
a veces solo ella,
a veces solo yo.
Siempre se regala el caminar a la construcción de la memoria,
viajar para reescribirse en los avatares del sueño.
Amorísimo amor de regalo entero
¿Y qué nos nacerá después de lo eterno?


XXXI


Hoy me toca a mí el desafío, es tan espeso. Ya no hay lectura salvaje, tan intenso el mirar el mar del espejo, otra vez, buscando el filo y el mar, bufando por el hastío en el puerto, tan solo una voz, ya no soy yo, ni mis manos, tan solo mi voz. Hoy voy a enarbolarme en acordes, y sin ensayo hay fluir, lectura desesperanzada en la tierra rebrotando en iluminaciones. Experiencia feroz, deshaciendo el aire con una canción, la súplica del ensueño, la magia del cuerpo, la inspiración, el aire, en el cuerpo, mares abiertos a la insinuación y el hastío. Muerte a la muerte viviendo a contra luz, flotando a la deriva, entrelazado a mis manos de ayer, resbalándome invisible, te vi aparecer en gotas de aire, sentí dejar los ojos perdidos, Desprotegidos los álamos perdidos y extraños, siniestros en si mismos, se miran sin pensar, se besan sin besar, escapan al contacto, no son sauces pero todos sabemos que van a llorar. Me entusiasma la sensación de retorcerme la voz, no así el calambre, las piernas cansadas siempre de pie. Casi sin anuncios de la forma, habrá que dejar salir la musicalidad del alma, desvestir la luz en calma, corriendo con las palabras, buscándolas, corriendo por las palabras, algo se detuvo en la habitación, algo se detuvo al bucear en el mar del espejo.








XXXII

Y no me gusta saber si hay que volver a salir
tan solo busco una ilusión del armazón enterrado.
¿Cuántos jardines me quedan en este lugar?
Estoy desierto amor,
estoy en guerra en la cima del sueño.
Estoy empezando a caer
amor ya estoy despierto
y no me gusta no verte dormir.
Atravesando la calle una brisa de amor
¿Cuántos jazmines regarán tu cauce?
Río entre tormentas mestizas
amor, sonriendo me he caído
declaro el encanto y la tentación.
La ciudad juega escondida a perderse
y mi sombra germina el camino de la ingenuidad
en valles destemplados.
¿Cuántos retiros mastica la búsqueda de aire?


XXXIII

¿Cuán perfecto es el camino de los días?
Tan despierto amanecí,
sobre la mañana arrasando la lluvia
sobrevino el día hasta aquí
la piel no pensó de más
los recuerdos están llevándote consigo
van a desterrar el sueño.
No sé qué pasó entre los versos
vos ya sabés, el tiempo arrasa
y el viento es eso, la búsqueda.
Te vi escapar, te vi correr,
te vi llorar con un papel
y la voz entrecortada de sal,
te vi encendida en la ciudad.
¿Cuán perfecto es el beso de lluvia?
Me escapé sin preguntar
de nada dije en voz alta mirando al sol.
Al revés del mar
llegué a la arena,
dejé mis huellas en el mar
olas de aire perdidas entre ángeles
la vida de cristal.
Sin olvidarse un día de ayer
la ciudad entera abrió los ojos y recitó a su tiempo.



Te vi llorar encendida en el mar.
Te vi reír, te vi bucear.
Te vi creyéndome helado.
Te vi morir destemplado me dijo antes de salir.
¿Cuán perfecto es el llanto principal del cielo?


XXXIV

Sin querer morir,
el desorden calla las palabras sentidas que desangran la espuma.
Tormenta de flores que desatan contradicciones.
Solo estoy como siempre con el frío y quiero salir a correr.
Creo que quiero treparte y volar,
sobrellevar el miedo y el hambre,
a tu alrededor,
he sentido la gloria y el vértigo de caer,
con un beso vertido en las manos,
la sangre quiso matarse para ver la luz del sol.
Tragedia.

Fresco, regando el abrazo eterno de la nostalgia, otro duelo de árboles en praderas sin estrellas, sin cadenas, sin arenas reinventadas. Deliro con el licor de la calle, luna de otoño, amante de mayo vestida de rojo, perdiendo el hilo siembro el vestido añejo recolectando el show, me desespera el llanto del invierno, me desintegra la nausea de ver las manos y la sed, la sensación del desconcierto y una canción, la melodía de la luna y el mar, una carta sin firma forja la mezcla de una oración a tu sangre en el viento. De amor y de infierno, es preciso perderse entre voces disueltas, es precioso contemplar la tristeza en silencio y asomarse al sueño dormido de lágrimas sin tarde reventándose. Rebalsa de fuerza el horizonte poseído por la palma de las manos. El viento me soltó la mano y quebrado con las piernas muertas de tanto caminar sigo esperando el néctar de la flor, he visto un sueño gigante plateado y con sangre, espero volver del centro a la orilla, de la forma brillante a los jardines verde azulados de agosto. Puedo verme deshacerte en un segundo, alma ardiente, mariposa de luz, ya no es tan absurdo como menguante el lugar de las manos que se abrazan como palabras. Todos los hechizos del sol con la mente halada al borde de la miseria real, la ilusión de ver las manos enlazadas una vez más recitando nuevas formas en mi lugar en el mundo.

Ojo, no estoy hablando del lunar, sino del nido de los labios…
Donde nace tu risa,
donde nace mi voz…


XXXV

Y vos no esperabas esa carta ni tampoco yo.
nadie esperaba que todo estuviese en esa nube
que yo desde aquí viera la niebla
y que vos desde allá en una nube me vieses a mí.
¿A dónde vuelve la espera que nadie espera?
XXXVI

Como un calambre se retuerce la voz
se quiebra en el viento,
por favor.
¿No aprendimos a cruzar el puente?
Con los brazos desarmando ilusiones
hay fantasmas que se encienden,
sobre el mar.
De mas no está decir la luz,
digo que sentí la luz y se abrió la pared.
Con calma y a saber de dios
me tengo que ir hoy tal como ayer,
conozco esos ojos que miran la arena
yo tuve sortijas y venas abiertas
y en la terminal desvestí la escena.
Entre telones de ayer salí a caminar descalzo
jugué al amor y reinventé las formas…
La sangre.
La sangre como un calambre se retuerce en el viento
y me quiebra la voz…
Por favor!


XXXVII

En una isla de azul
una casa dividía las aguas
de un lado los ríos y del otro un mar
todos enfermos de vértigos
ninguno sabía volar,
y qué hacer entonces al despertar
y qué hacer con el hambre de morder el cielo
ellos se dieron la mano y escalaron un árbol
y desde la cima de éste se dejaron caer
y jugaron a volar para reventarse y estallar contra el agua
pero el viento los movió
y antes de morir desintegrados contra el suelo
el cielo les sembró alas en la espalda
y ambos en el viento, y sin saber qué hacer se echaron a volar.


XXXVIII

Cambiando el fondo
vi tus pies al amanecer.
Cambiando la voz
sentí las huellas del mar
y el tiempo aún está caminando despacio.


XXXIX

Y sin quererlo el dolor se atravesó,
cruzó la calle de mano a mano
y se oscurecieron las aguas.
En la ciudad que gira y se quiebra
el año abrió sus piernas a la recolección.
Se esperaba aquí la lluvia tan liviana y espesa
todos auguraban derritiese la fiebre en la tempestad
y descomponga la niebla enferma de la verdad.
¿Y a dónde voy yo esta vez?
Y es claro que al anochecer una antena me dirá qué hacer.
Una voz gira y quiebra sobre mis pies.
¿Y qué nos queda hoy por hacer?
¿Y qué hay hoy por la miel y las flores?
Hoy se espera aquí la lluvia tan liviana y tan intensa,
en la ciudad se oscurecieron las aguas…
¿Y a dónde voy hoy, otra vez?
¿A bucear (para mirarte despierta) en la estación?
Puedo verte en un rayo de sol destinada a la sombra,
siempre con humor bajo alguna escalera
encerrada y sin dios escondiendo la voz
escapando del filo caníbal,
esperás volver a subir a ese tren que da vueltas.
Regando la sed las luces eternas hoy mudan la piel,
en la ciudad hoy se derrite la fiebre.
¿Y dónde voy yo esta vez?


XL

Magistralmente apaga la luz.
En la ceremonia de las manos frías
los puntos suspensivos no suspenden.
Arenas encendidas en cruces
flotan en el aire
y las bocas…
y tus manos de seda…
y la niebla entonces se esfuma
ya no hay margen de error.